mis manos acarician tus surcos
buscando placeres desconocidos.
Entre tu monte húmedo y abierto
de celestial fragancia
se deslizan mis dedos inquietos
que perciben remolinos de pasión
que nacen y se acrecientan entre tus muslos.
Tus pechos ávidos de besos
se endurecen al contacto con mi boca,
y al deslizar mis labios
más debajo de tu ombligo
tu sexo desnudo grita mi nombre
y tus incontrolables gemidos
enervan mi sangre
al quedar mojado
en tu liquida esencia.
Me fascinó este poema ardiente. que hermoso es quedar mojado en la liquida esencia. Roberto Blanco